Colectiva K-luumil X’Ko’ olelo’ob
Defensora del territorio contra Monsanto en Bacalar.
Y la tierra es la causa de Alika, quien desde la colectiva K-luumil X’Ko’ olelo’ob (la tierra de nosotras las mujeres) defiende el territorio de las comunidades indígenas en el municipio de Bacalar, Quintana Roo, amenazado por proyectos agroindustriales de Monsanto.
Indignada desde la adolescencia por las violaciones a derechos humanos en el país, su activismo actual surgió en 2012, en respuesta a la imposición de un permiso para la siembra comercial de soya a Monsanto en la península de Yucatán.
Con permiso del gobierno mexicano, la trasnacional siembra soya transgénica en la zona, en detrimento de los ecosistemas de la región y de las tierras de las comunidades indígenas.
“Cuando inicia el movimiento es liderado por colectivos de varones y en el camino vemos la urgencia de que estemos las mujeres, dando nuestra voz y figurando”, narra Alika.
Entonces ella, junto a un par de compañeras, iniciaron una labor que en 2015 las llevaría a formar la colectiva K-luumil X’Ko’ olelo’ob y que para 2018 ya cuenta con 15 mujeres en al menos cinco municipios de Quintana Roo.
A partir de la defensa del territorio, los ejes de la lucha de Alika y sus compañeras son: la salud comunitaria, el derecho de las mujeres indígenas a la participación y organización, y el acceso a la tierra y al territorio.
Defender el territorio, defender la salud de las comunidades
La siembra de soya transgénica es un monocultivo que para ser sembrado desplaza a la flora endémica de la península de Yucatán. Sin la flora original la fauna ve amenazado su hábitat y como reacción en cadena toda la vida a su alrededor se ve trastocada.
Monsanto hace fumigaciones con glifosato, un herbicida que se usa para que la soya modificada crezca sin plantas silvestres que puedan afectarle.
En 1993, la Organización Mundial de la Salud consideraba que el glifosato representaba un bajo riesgo a la salud humana, pero investigaciones posteriores de la misma OMS indican que el herbicida es un cancerígeno y está en la lista oficial de esas sustancias desde 2017.
La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), clasificó al glifosato como sustancia tóxica para la vida acuática.
El mismo 2017, colectivos indígenas de la Península de Yucatán presentaron diversas acusaciones de que Monsato usa glifosato en la zona. Pidieron al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Alimentaria (Senasica) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en el estado de Campeche que investigue el uso de ese herbicida en 23 mil hectáreas de soya transgénica ilegales.
Por eso Alika y la colectiva K-luumil X’Ko’ olelo’ob han hecho de la salud un eje desde el cual defienden el lugar que les pertenece.
“Nos convoca la defensa de nuestro territorio y la lucha por una vida digna. Nos organizamos para visibilizar lo que ya de por sí nosotras hacemos pues las mujeres siempre estamos al cuidado de la vida… Mirar la defensa del territorio desde una perspectiva de salud comunitaria, nos permite visibilizar toda la labor de cuidado que las mujeres hacemos del territorio, así como entender que la salud se hace en la comunidad y que las dinámicas socioculturales y económicas impactan en la salud de quienes vivimos ahí”.